Abril 15, 2024
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Al Señor Tu Dios Adoraras

 
 

El culto a los santos está en total contradicción con lo que dice la Biblia. En toda la Biblia no he podido encontrar un solo ejemplo de alguien que invocase los muertos.

La Biblia condena incluso el consultar a los muertos. En Deuteronomio 18 está escrito:

“No sea hallado en ti.... quien practique adivinación, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Señor cualquiera que hace estas cosas” (Deuteronomio 18:11-12).

El profeta Isaías propone con toda claridad:

“¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:19-20).

Ahora puede usted rechazar todo esto con un grito de: ¡Textos....textos!

Sin embargo eso está escrito y con toda claridad. ¡Textos dichos por el Señor Dios Mismo! ¿Sin embargo usted también cree que Su Palabra es verdad?

Cuando Jesucristo en Juan 14 dice que solo Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y que nadie va a Dios sino por Él, ¿Nos atreveremos a afirmar o suponer que los textos bíblicos no se deben tomar al pie de la letra? ¿Nos atreveremos a calificar sus palabras como “textos, textos....”?

El Señor Jesús proclamó durante la tentación en el desierto:

“Al Señor tu Dios adorarás, y al Él solo servirás” (Lucas 4:8).

Expresión que lleva implícita esta otra: Nuestra adoración y veneración pertenecen sólo a Él.

Cuando usted monta esa especie de comedia con tantos santos y vírgenes, se está apartando de su único Mediador Jesucristo. ¿No se da cuenta? ¿O no lo quiere ver? ¿Cree, de veras, que Jesucristo es el perfecto Salvador? Esa salvación no la puede encontrar en ningún otro, ni tan siquiera en una pequeñísima parte. Aquí está en juego el núcleo del Evangelio. O Jesús no es el perfecto Salvador, o quien acepte a este perfecto Salvador en verdadera fe, debe tener en Él todo lo necesario para su salvación.

“Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”, así está escrito en el Evangelio según Juan (Juan 1:16).

En Jesucristo hay una plenitud infinita, una inagotable fuente de gracia para todo lo que un hombre necesita en el tiempo y en la eternidad. La Biblia es radical en su rechazo del culto a los santos. Y ante este rechazo bíblico no cabe razonamiento sutil alguno.

Escuchar la Palabra de Dios.

Nosotros confesamos que la Biblia, Palabra de Dios, no fue traída por voluntad humana, sino que los hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo, como el apóstol Pedro dice (2ª. Pedro 1:21).

¡Por eso nos tenemos que someter a la autoridad de la Escritura!

La Biblia es mucho más que un libro de interés cultural, mucho más que una recopilación de textos bellos. En la Biblia suena la voz de Dios hasta nosotros. La Biblia es el auténtico testimonio del Espíritu Santo, con el cual obra en nuestros corazones.

De ahí la necesidad de prestar oídos con humildad a la Biblia.

Dios, en toda Su sabiduría, nos ha dado esta Biblia, para que la fe fuese por el oír y el oír por la Palabra de Dios (Romanos 10:17). El así lo ha querido, que la Escritura fuese necesaria para la salvación. Es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree (Romanos 1:17).

¡¿Queremos ser nosotros más sabios que Él, y dar de lado a Su Palabra, ya sea del todo o en parte, como fuente de vida y verdad?!

El culto a los santos: Una teología equivocada.

La Biblia da un significado distinto a la palabra “santo” del que la Iglesia Católica ha ido forjando a través del tiempo en torno a los “santos”.

La Biblia nos dice que la santidad –“el ser santo”– es un fruto de la justificación por la fe. Y ese no es un fruto de las tensiones del hombre. Un vivir santo o un vivir obediente a Cristo y a los mandamientos de Dios sólo es posible desde la vivencia en Cristo por la fe.

Quien no conoce a Cristo como único Mediador, que pagó totalmente la culpa por el pecado, tampoco podrá recibir nunca la santidad como fruto de este conocimiento. La santificación no es una virtud que tú mismo, con mucho esfuerzo, intentas conseguir. No. ¡Es gracia! Se te concede. Fruto de una vida en Dios.

“Mas ahora que habéis sido liberados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna” (Romanos 6:22).

Así pues, el culto a los santos menoscaba la obra redentora de Jesucristo, nunca podrá ser un acto que favorezca la santidad.

¡Dios no quiere eso! ¡Dios no quiere que los santos sean invocados!

Con razón puedo concluir diciendo que, en base a la Escritura, el culto a los santos es un error teológico.

Tomado de la revista “En la Calle Recta”
Año XXVI Número 131, Páginas 3-4

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