Josué Mora PeñaLa porción bíblica se encuentra de Génesis 4:1-17. Este es un estudio bíblico con una aplicación. Una de las características de mis mensajes es que son bíblicos, instructivos y con una aplicación, sin la cual el mensaje no tiene mucho significado para el oyente. El tema de este estudio bíblico es una pregunta retórica que le hace Caín a Dios, “¿Soy Yo Acaso Guarda de Mi Hermano?” Y la respuesta es un enfático Sí. Caín, como hermano mayor, debía ver por su hermano, o hermanos menores. Estudiemos, pues, este primer crimen en la humanidad.
En los dos primeros versículos vemos el nacimiento de estos dos hermanos, Caín y Abel. A propósito, el nombre Abel significa “aliento” o “temporal” o “sin ningún significado”, tal vez es una indicación de la brevedad de vida de éste. Noten que la Biblia no dice que ellos fueron los hijos mayores. “Adán conoció a Eva, su mujer”. La palabra conocer en este caso es tener relaciones sexuales. Nació Caín y después Abel. Si ellos fueron los hijos mayores, quiere decir que para cuando este crimen se llevó a cabo, ya tenían muchos hermanos y hermanas menores que ellos, por eso el versículo 14 dice, “He aquí—dijo Caín a Dios--me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará”.
¿A quién se refería Caín? Sin duda alguna a alguno de sus hermanos. O tal vez a la misma familia de Abel, si éste ya tenía hijos. También el verso 17a, dice, “Y conoció Caín a su mujer
. . . ”. O sea que cuando Caín se fue a Nod, al oriente del Edén, se llevó a una de sus hermanas con él, o tal vez varias, y algunos hermanos. El capítulo 3:20 dice, “Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era la madre de todos los vivientes” (con énfasis). Ahora, si Caín y Abel no fueron los primogénitos, aun así familia de Adán y Eva ya era muy numerosa. ¿Por qué dice el verso 8, “salgamos al campo”? ¿A quién le temía Caín? Esta es otra prueba indubitable de la familia numerosa de nuestros primeros padres.
Halley’s Bible Handbook dice, “Asumiendo que Adán y Eva fueron creados ya adultos, Caín, cuando mató a Abel, tal vez tenía como 129 años; porque Set nació después que Abel había muerto”. Dice Génesis 4:25, “Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín”. En Génesis 5:3 leemos, “Y vivió Adán 130 años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó nombre Set”. Halley continúa diciendo, “En estos 130 años, ya había varias generaciones”. La tradición dice que Adán tuvo 33 hijos y 27 hijas. Hay que tomar en cuenta que en ese tiempo no había periódicos, revistas, radios ni mucho menos televisiones. Lo único que Adán y Eva sabían hacer es procrear hijos e hijas; y más hijas e hijos. Éstos, a la vez, hacían lo mismo que sus padres.
Hay todavía más que pudiéramos decir de este primer crimen que fue horrendo. Fue premeditado, con alevosía y ventaja, contra un hermano que era bueno. Por ejemplo ¿Cómo lo mato? ¿Con garrote? según algunos creen. ¿Con una roca? ¿Lo estrangularía? Varias personas creen que fue con un cuchillo. Era la única manera que los hijos de Adán veían cómo se quitaba la vida a un animal, cuando su padre ofrecía sacrificios a Dios. ¿Cuál fue la marca que Dios le puso a Caín? ¿Por qué Dios aceptó la ofrenda de Abel y no la de Caín? Algunos creen que no era tanto la ofrenda sino su actitud de rebeldía. Sin embargo, muy bien pudiera ser una insinuación de que desde el principio de la humanidad, Dios quería que supiésemos que sin sangre no hay remisión de pecados. En la ofrenda de Abel, hubo sangre de por medio; en la de Caín, no.
Así como la historia siempre vuelve a repetirse, la pregunta de Caín se aplica a nosotros también. ¿Somos acaso guarda de nuestro hermano? Y la respuesta sigue siendo la misma, ¡Sí! Yo soy responsable ante mi familia, amistades, conocidos y todos los que me rodean. ¿Por qué? Porque otros fueron guarda de nosotros en alguna ocasión. Alguien en algún tiempo se preocupó por nosotros, oró por nosotros, intercedió por nosotros, derramó lágrimas por nosotros, se angustió por nosotros. Tal vez fue un amigo, la maestra de escuela dominical, el vecino que nos invitó a asistir a la iglesia, nuestra madre que de noche y de día intercedía a Dios por nosotros cuando vivíamos en pecado, alejados de Él. Tal vez el pastor de la iglesia. Y es por eso que ahora nosotros debemos ser guarda de mi hermano. Pero ahora es nuestro privilegio ver por ellos, no solamente por familiares en la carne sino por todos los que conocemos. Moisés intercedió por el pueblo de Israel cada vez que pecaba, y eso de continuo. Cristo oró por Sus discípulos en la oración intercesora de Juan 17; Epafras oraba constantemente por los colosenses (Colosenses 4:12); la iglesia siempre oraba por los cristianos. Cristo dice que oremos también por los que nos ultrajan y persiguen (Mateo 5:44). Sí, porque somos guarda de nuestros hermanos, debemos ver por ellos y orar por ellos.
Billy Graham dice que Dios nos ha dado dos manos; una para recibir y la otra para dar. Mateo 10:8 dice, “ ... de gracia recibisteis, dad de gracia”. Cristo nos dejó la Gran Comisión de“hacer discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19a). Parece ser que algunos predican La Gran Omisión, en lugar de la Gran Comisión. La Gran Comisión incluye tener interés en la salvación de los perdidos, de los que nos rodean. Dios nos salvó porque alguien nos habló de Cristo y oro por nosotros.
Hay una ilustración que dice que cuando Cristo llegó al cielo, los ángeles le hicieron muchas preguntas acerca del mundo y sus habitantes. Al final, un ángel le hizo una pregunta teológica: “Si Tus discípulos te fallan en cumplir la Gran Comisión, ¿tienes alguna otra manera de salvar al mundo? Cristo contestó, ¡No! Si ellos me fallan, no tengo otra manera de rescatarlos”. Y gracias a Dios, los discípulos no fallaron. ¿Qué derecho tenemos nosotros al fallarle a la generación en que vivimos? Tu familia, tus hermanos, tus conocidos son tu responsabilidad. ¿Qué tenemos que hacer para ver por ellos? Orar por su salvación, si sabemos que no son salvos. Hablarles de Cristo directamente. Testificar con algún folleto que explique el plan de salvación. Dios pondrá los medios para que ellos lleguen a ser salvos. Tú puedes ser la persona que rescate a un alma del infierno, tal vez algún miembro de tu propia familia.
josue.mora@iglesiabautista.org
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