Marzo 28, 2024
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Las Siete Palabras De Cristo

 
 

Josué Mora Peña

Hace solamente unas cuántas semanas que las iglesias celebraban la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Este es un evento que va mano a mano con la Navidad. Sin el nacimiento del Salvador del mundo—Cristo Jesús, no puede haber salvación y, sin la muerte del Cordero de Dios—, quien pagó por los pecados del mundo, no habría más que condenación eterna. Hay que aclarar que cuando la Biblia dice que Cristo pagó por los pecados del mundo (1 de Juan 1.9), se refiere a aquellos que han confesado sus pecados y se han apartado de ellos. El verso dice así, "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad".

Los evangelios mencionan que Cristo se levantó de entre los muertos (Mateo 28; Marcos 16; Lucas 24 y Juan 20). Toda persona que acepta la Biblia como la palabra absoluta de Dios, no tiene problema en aceptar la Resurrección de Cristo.

En San Juan 3.16 leemos que Cristo murió para expiar los pecados del mundo. Es la dadiva de Dios al hombre. El verso dice, "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, se no pierda mas tenga vida eterna". La muerte de Cristo fue horrible. Lo torturaron. Se burlaron de El. Le escupieron en el rostro. Lo injuriaron durante la noche y lo enjuiciaron injustamente, en horas inhábiles. Por fin, durante la mañana, cargó su pesada cruz y lo llevaron al Monte Calvario, llamado el Monte de la Calavera.
En el trayecto, "tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús" (Lucas 23.26). Una vez en ese monte, lo enclavaron en la cruz y lo crucificaron.

La cruz de Cristo no es un ejemplo de una víctima sino una demostración de amor que nadie en este mundo puede comprender, La cruz de Cristo no es un ejemplo de flaqueza y debilidad, sino que es un ejemplo de poder de el más poderoso que vivió aquí en la tierra.

El Comentarista Henry H. Halley dice, "La crucifixión era el castigo romano para esclavos, fuereños y los criminales más viles que no eran ciudadanos romanos. Era la muerte más agonizante e ignominiosa y cruel jamás habida. Los clavos atravesaban las manos y los pies y se dejaba a la víctima colgando de la cruz en agonía, con hambre, sed insufrible y convulsiones de dolor. Tardada la víctima de cuatro a cinco días para morir. Jesús murió en seis horas". Y mientras el Hijo de Dios pendía de esa cruz, abrió su boca y dijo, "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" Lucas 23.34. A esta palabra se le conoce como "La Palabra del Perdón". Cristo pudo haber pedido un castigo para los que lo crucificaban, después de todo, El era inocente. Ya les había dicho a sus discípulos cuando lo arrestaron que El podía orar a su Padre para que enviara más de doce legiones de ángeles para que lo rescataran, según el evangelio de Mateo 26.53. Pero el verso 54 dice, "Pero ¿cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?" De acuerdo con la milicia romana, una legión consistía de 3,000 a 6,000 soldados.

La Biblia dice que Cristo vino al mundo a dar su vida en rescate por los pecadores. Juan el Bautista dice de El. "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" Juan 1.29. En esta primera palabra de Cristo sobre la cruz, que en realidad son frases u oraciones, Cristo tal vez buscaba una excusa para los que lo crucificaban. Después de todo, los soldados estaban cumpliendo con su deber. Ese era parte de su trabajo, así como los soldados en el paredón fusilan al reo de muerte, porque es parte de su trabajo; o el que inyecta la jeringa letal al que está condenado a morir; o asimismo el que ejecuta a alguien en la silla eléctrica; o el que estira del cable de la guillotina para decapitar al condenado a morir. Así que, los soldados romanos en sí, estaban cumpliendo con su trabajo. Pero es posible que Cristo tuviese en mente a los sacerdotes del Templo. Ellos fueron los que lo enjuiciaron y pidieron a Pilato que lo crucificara. También podemos pensar en aquellos que dieron falso testimonio de Cristo, o en la chusma que vociferaban tal vez sin saber la realidad de las cosas. Pero, ¿qué de ti y de mí? Nosotros también tuvimos culpa en su crucifixión, en realidad Cristo murió voluntariamente por nosotros. "Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos". "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5.6,8).

En esta Palabra de Perdón, Cristo, en lugar de condenar a los que ejecutaban tan horrenda acción, pide a Dios que los perdone porque, "no saben lo que hacen". Aun estando pendiente de esa cruz, pide a Su Padre Dios que no les tome en cuenta ese pecado. Juan 3.17 dice, "porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él". Aquellos que aceptan su perdón, reciben la vida eterna, reciben salvación. Son llamados hijos de Dios (Juan 1.12) El centurión que estaba frente a la cruz de Cristo, al ver cuando expiró dijo, " ...Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (Marcos 15.39). La Biblia no dice que se convirtió sino que creyó que Cristo era en verdad quien decía ser. ¿Has aceptado tú el perdón de Dios? Aceptar Su perdón significa confesar nosotros mismos nuestros pecados a El, creer en El, como dice Juan 3.16. Hay que creer en Cristo como el Hijo de Dios, pero no solamente con la mente sino con el corazón. La Biblia dice que los demonios también creen en Cristo y tiemblan, "Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen y tiemblan" (Santiago 2.19). Creer en Cristo con el corazón significa amarle, seguirle, servirle, adorarle. Esperar y confiar en El. Si no aceptamos el perdón de Dios, nos espera la condenación eterna.

En el año 1830, cuando el Presidente de los Estados Unidos era Andrew Jackson, vivió George Wilson, condenado a morir. Sus familiares buscaron la manera de salvarle la vida. Pidieron una audiencia con el Gobernador del Estado. Este le concedió el perdón a Wilson. Cuando sus familiares fueron a darle la buena nueva, éste no aceptó el perdón. ¿Cuál sería la causa por qué no aceptó tal perdón? No sabemos. Tal vez su conciencia no lo dejaba estar en paz. Tal vez él pensó que debería el pagar por sus propios pecados. En realidad nunca sabremos cual fue la causa de rechazar tal perdón. La Corte local no sabía que hacer, Wilson estaba libre pero menospreció su libertad. La Corte local transfirió su caso a la Corte Suprema en Washington. Esta cerró el caso de Wilson de la siguiente, manera diciendo, "El perdón no es efectivo si no se acepta". Wilson murió.

Las palabras de Cristo siguen resonando hoy en los oídos de todos aquellos que lo han ignorado, que siguen crucificándolo por medio de sus acciones, su manera de vivir, negando Su existencia y de muchas maneras más. Y al igual que a Wilson se le concedió el perdón, hoy mismo Cristo le dice a Dios Padre, "Perdónalos porque no saben lo que hacen".

¿Has aceptado tú el perdón de Dios? Hazlo hoy mismo por medio de la siguiente oración.

Señor Dios y Padre, confieso que soy pecador, que he vivido lejos de Ti, que te he ofendido de una y mil maneras. Ahora te pido perdón por mis pecados. Acepto tu perdón e invito a Cristo a mi corazón para que me salve. En Su nombre te pido esto. Amén.

josue.mora@iglesiabautista.org

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